Paola Rispo

Ho sentim, aquesta entrada està disponible només en Espanyol Europeu. For the sake of viewer convenience, the content is shown below in the alternative language. You may click the link to switch the active language.

 

Mi historia empieza en tierra de Volcanes, en los Campos Flegreos, una vasta caldera a pocos km de la costa del mar de Nápoles.
Crecí en una zona ardiente… entre “fumarolas” y “solfataras” y con mis primas, alrededor del fuego de mi abuela, mujer maravillosa que, día y noche olía a panecillos de leche. Pasaba mis tardes entre hilos de lana y polvo de harina, con el sonido metálico de los moldes de raviolis y el tricotar de las agujas mientras mi abuela daba forma a bollos o a ropita de bebé para las próximas que llegarían…a la mesa o a la vida. Con ella visitábamos a veces a aquellas mujeres vestidas de negro, que entre lo sagrado y lo profano, realizaban extraños rituales para quitarme el mal de ojo o arreglarme el tobillo después de una caída.

Con el tiempo aprendí que se referían a ellas cuando intentaban golpear con la palabra “yanara” o sea, bruja malvada. Nunca creí en la historia de que estas mujeres robasen niñes,  pero me divertía imaginar como estas abuelitas, transformadas en gatas, saltasen por las ventanas.

Me cautivaban las historias de estas transformaciones, parecidas a aquellas de los cantos épicos que descifraba con mi padre mientras yo recorria para él las páginas de aquellos pesados diccionarios.
“Para darle un sentido a las cosas y encontrar tesoros hay que buscar a fondo” , me repetía como un mantra.. Así que para conocer el mundo de Circe y reconocer las plantas alrededor de la cueva de La Sibilla empezé a investigar sobre el poder de las plantas medicinales. Estudié y trabajé para sacarme el título de herborista pero conecté realmente con la Botánica cuando empezé a vivir entre montañas.
Los paseos entre los Alpes, los Pirineos y el País Basco me sirvieron para reconocer y fotografiar aquello que solo habia visto en libros.

Entre senderos y cascadas tocaba y olfateaba helechos, helloborus y verbena… Y en pleno frenesí empezé a poner en practica todo lo que habia aprendido.
A partir de entonces he transformado muchas cocinas en laboratorios llenos de plantas, donde preparo extractos y más extractos para elaborar remedios naturales, jabones, jarabes, tinturas, ungüentos… Focaccias y raviolis. En los últimos años me dedico también a dar cursos, clases y talleres sobre plantas medicinales y como curar y cuidarse con ellas.
Nunca he abandonado mi pasión para la cocina y me apasiona fusionar el mundo de la masas y de las fermentaciones con la plantas y flores comestibles.

En mis paseos de reconocimiento de plantas me acompañan mi perra y a veces mi gata, cuando no està demasiado ocuapada enredándose con mis trabajos de macramé.

Pero es cuando pongo en marcha el alambique o practico yoga que conecto con mi abuela, respiro y me parece volver a oler sus panecillos de leche