Georgina Teixidor

 

Nací en un pequeño pueblo cerca de Girona y como una hoja movida por la tramuntana dejé las Gavarres y fui recorriendo los puertos de la costa brava con cada ventada durante años. Pasé gran parte de mi infancia entre tardes de dibujo, dominó y excursiones a la montaña con mi abuelo y de costura y jardinería con mi abuela. Los años y las ganas de descubrir nuevos vientos me hicieron conocer el levante y la costa de la luz a lomos de un caballo mientras observaba los vestigios musulmanes que se esconden en los rincones de esa tierra entre dos mares. Observando y apreciando los caracteres de los pueblos del sur y del norte me cansé de tanto mar y casitas blancas y decidí olvidar los vientos que són aún más cambiantes que mi propio carácter para conocer más de cerca a nuestros vecinos galos.
Después de un tiempo entre quesos, estudios y un clima demasiado apacible una noche de tormenta y casualidad me llevó a Montserrat, un lugar por el que no sentía ningúna atracción pero que cuando llegas parece que va poniendo sus piedras antes bañadas por el mar en tus zapatos para que nunca te separes de ella. Y así han pasado los años, llenos de aventuras y proyectos, de gente que viene y va, de querer descubrir tantas cosas nuevas que no llegas al fondo de ninguna. Y ahora aquí estoy, con 28 años, después de seis años cogiendo el proyecto de una residencia de artistas con una francesa y una americana que acababa de conocer, llenándome de experiencias entre artistas de todo el mundo y proyectos que cruzan los océanos que antes observaba desde un caballo blanco, que aunque suena muy idílico, era un viejo testarudo. Probando en paralelo un pequeño negocio de productos naturales, que reemplace para investigar y escribir sobre brujas con maravillosas mujeres que ahora són mis hermanas y embarcandonos en esta aventura que es Sabir.