Mi enfoque es crear objetos dedicados a la fermentación, que también llamo “arquitectura de lo vivo” porque tienen un carácter orgánico y evolutivo. Estos objetos siempre tendrán una conexión directa con la región en la que se crean, porque la tierra y el aire forman parte del proceso, y las bacterias varían en función del lugar en el que se fabrican. Estamos constantemente rodeados de formas invisibles que crean nuevas formas, sabores, olores e incluso una sensación diferente.
Pero, ¿cómo se hace visible lo que no se ve a través de la creación? ¿Y cuál es su finalidad? ¿Cómo podemos hacer visible, a través de la escultura y la cerámica, el mundo invisible que nos rodea? La tierra es un receptáculo de microorganismos que nunca son los mismos después de donde estamos
Débora estará en residencia en Can Serrat de julio a noviembre de 2022.