La importancia de regar las flores de la memoria, como quien se riega a sí misma.
Regarse a sí misma, como aquella que cuida un jardín. Como quien se riega hablando, creando, explorando y experimentando. Suerte de abeja. Lágrima.
¿Cómo hablar de lo que duele si no se puede reconocer lo que se ama? Creer firmemente en el hacer, desde el cariño, encontrando el valor de la comunicación en las dinámicas sociales y la exploración gráfica. Y es que para ella, la creación artística es una forma de habitar el mundo y de construirse a sí misma.
Regarse a sí misma, como quien lo entrega todo al sentir. Regarse aunque las palabras pesen, porque de ahí surge la necesidad de querer expresarse desde la imagen, el diseño y la cerámica.
Regarse para encontrarse, regarse también en los procesos análogos, que le permiten acercarse a la emocionalidad, desde el hacer, al trabajar con las manos.
Regarse a una misma, como método de catarsis propia. En donde, después de tanto regarse, se pueda empezar a navegar entre aguas de tinta, lapislázuli.
La importancia del regarse para saber expresarse, para entretejer un lenguaje, para prevalecer a través de la imagen, memoria viva y flores de arrayán.
Es su forma de habitar los días.
Regar las flores, como quien se riega a sí misma.
Camila hace su residencia en Can Serrat durante los meses de Enero-Febrero.